Sí. Mucha fiesta y mucha celebración.
Pero hay cosas frente a las que no debemos torcer la mirada.
Imágenes duras que nos devuelven al mundo real.
Visiones descarnadas que nos recuerdan que todo este color es epidérmico, y que, en nuestro fondo, late una pulsión autodestructiva a la que estamos abocados.
Una versión optimista podría ser ésta: ¿no es la vida como Barrio Sésamo?